jueves, 4 de octubre de 2012

DIALOGO EXTRAIDO DE, ENTRE DOS MARES



Hace un tiempo fui a una manifestación en San Petersburgo.
Esta fue convocada por un sacerdote. Entre los asistentes quedamos
en llevar iconos religiosos y retratos del zar. Nuestro propósito
era que este no se sintiera incómodo con nuestra presencia. Pero no
fue así. Cuando estábamos todos reunidos en la manifestación, la
guardia del zar empezó a disparar contra todos nosotros. Mujeres,
niños, ancianos, daba igual. Los iconos y los retratos empezaron a
caer al suelo junto a los cuerpos de los inocentes. Yo me habría paso
entre los cadáveres y los heridos en un desesperado intento de huir
del impacto de alguna bala y de aquel infierno. Aquel terrible episodio
pasará a la historia como el Domingo Sangriento. Una página escrita
en sangre más para la historia de la humanidad.

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